Carlos Borio se desempeñó en distintos ámbitos de la planificación y ordenamiento urbano en la provincia. Además fue quien resguardó los murales del Palacio del Mate
miércoles 29 de octubre de 2025 | 6:08hs.
A Carlos Borio lo apasionan la arquitectura y las oportunidades que tiene Misiones. Por eso, desde la formación de futuros profesionales, propone “pensar las ciudades del siglo XXI”. En su trayectoria, hechos que marcaron la historia. Foto: Marcelo R.
Carlos Borio (73) nació en un pueblo cordobés llamado Bell Ville. Estudió arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba, pero a fines de 1978, dos años después de egresar se mudó a Misiones donde desarrolló toda su carrera y donde hasta hoy jubilado, sigue enseñando en la carrera que se dicta en la Universidad Católica de Santa Fe.
En esta tierra tan alejada de la suya construyó su familia (tuvo dos hijas que son misioneras) y una carrera que no sólo le hizo encariñarse con la tierra colorada, sino también conocerla muy bien.
“Empecé a trabajar en un área que se llamaba Secretaría de Planificación y Control de la provincia. Entré en el área de planificación, pero de la macroescala, a tal punto que tenía que ir a ver distintas cosas de la provincia. En seis meses conocí toda la provincia, incluidos los Saltos del Moconá”.
En ese tiempo, se hizo un trabajo junto con la OEA para desarrollar el Plan de Misiones 2000, que “ya trascendía lo urbano, porque era pensar la provincia, una provincia a la que yo recién estaba llegando”.
En ese entonces Misiones ofrecía un horizonte prometedor y muchos jóvenes de otras provincias llegaban a aprovechar las oportunidades que ofrecía. “A ese proyecto OEA venían expertos que mandaban de distintas partes del mundo. Eso me obligó a conocer la provincia rápidamente, con lo cual incluso me entusiasmé con esta idea de pensar las microrregiones, pensarlas temáticamente”, contó.
Fue el arquitecto que logró resguardar los murales del salón mayor del Palacio del Mate en tiempos de la dictadura, en tanto celebró las facultades que tienen la carrera de arquitectura que dan a los jóvenes la oportunidad de abordar cuestiones ambientales. Asimismo, se refirió a los desafíos que presenta la provincia en términos de ordenamiento territorial.
¿Cómo es su trabajo en la docencia?
Yo me jubilé, pero estoy contratado y sigo. Esa práctica que fui haciendo me sirvió mucho para luego introducirme en el mundo académico en este tema.
Trato de decirles a mis alumnos algo que es cierto: que en Misiones está mucho por hacerse, no es que hay que estar corrigiendo lo hecho. Ellos tienen una oportunidad de desarrollarse, sobre todo si vienen de localidades del interior, volver a sus localidades y ofrecer sus servicios, que son muy necesarios, no necesariamente quedarse en la gran ciudad.
Desde 2010, con la materia Planeamiento encaramos trabajos de ordenamiento urbano con distintos municipios y le hacemos la entrega de ese trabajo cuando el municipio se muestra interesado porque siempre es un aporte. Conozco de lleno las necesidades de los municipios porque en el año 2008 me convocó la arquitecta Viviana Rovira porque se había formado la Subsecretaría de Ordenamiento Territorial. Es decir, la Provincia volvía a ocuparse de la planificación.
Allí se hizo el plan estratégico territorial Argentina 2016 donde cada provincia debía sumarse a ese plan. Es decir, que llego a la universidad con un bagaje fundamentalmente práctico y tratando de reencontrarme con la con la teoría para ir construyendo ese perfil académico que la universidad demanda.
Siempre lo que trato es transmitir mi experiencia y lo que a mí me apasiona, porque en realidad lo que me mueve es la pasión por estas cuestiones, la convicción de que uno puede ser útil, de que uno puede brindar servicio y que ayuda a la comunidad. Eso le devuelve a uno el sentido de lo que hace, que no es menor cuando mirás para atrás.
Cuando se habla de arquitectura se piensa en edificaciones, en obras más colosales, pero también tiene que ver con el rescate y la memoria…
De hecho, el patrimonio histórico es un tema en el que me formé en los años 80. Formamos un grupo con el que difundíamos el tema, veíamos que era una cosa nueva acá, se empezaban a perder muchos recursos. Estaba la vieja mentalidad de que Misiones tiene una historia muy reciente. Pero es su historia, no tengo por qué compararla con el Imperio Romano. Es la historia y lo que hace la cultura de este pueblo.
Tuve la oportunidad de ser presidente del Colegio de Arquitectos. Durante la primera comisión cuando se formó en el año 91 y luego volví en 2010. Estuve cuatro períodos, prácticamente más de diez años. Allí formamos una comisión de patrimonio, en este aspecto requiere hacer docencia, pero con la sociedad.
Es reconocer los valores que tenemos. Hay un pensamiento retrógrado de creer que lo viejo lo reemplazamos por lo nuevo. Lo viejo suma valor a las nuevas actividades.
Entonces, cómo lo intervenís para el disfrute, para el uso de la generación actual, pero sin borrar la historia. La arquitectura es, en definitiva, el testimonio más concreto de la historia porque es lo que queda y fue hecho de tal forma por una tecnología que se dominaba, por valores del momento, por funciones que se necesitaban, por valores culturales. También buscar dar satisfacción espiritual.
¿Cómo entró a su vida esta pasión de la que usted habla?
En los alumnos me recuerdo a mí mismo y hoy me doy cuenta de que soy más grande que sus abuelos. Y no doy consejos, sino que les ayudo -o pretendo, no sé si lo logro- a que entiendan que es un proceso y que uno va a ir descubriendo la profesión.
Recuerdo cuando estaba en tercer año de la carrera; en esa época hablar por teléfono era una alquimia. Me tenía que ir a la telefónica de Córdoba a hacer cola, esperar que hubiera señal y hablar a mi casa para decirle a mi mamá (mi papá murió 15 días antes que naciera), que me encantaba lo que estaba estudiando. Recién el tercer año comprendí de qué se trataba la profesión.
Si me permitís ejemplos, recuerdo en esa institución que te decía, una de las primeras cosas que me toca hacer es un plan para ordenar San Vicente. Estaba surgiendo con una pujanza de un modo absolutamente caótico, desordenado, espontáneo, pero era como el último vínculo de la ruta 14 con toda el área productiva forestal del oriente misionero.
¿Qué comprende eso de hacer una planificación?
Desde el punto de vista físico, por ejemplo, los usos del suelo. Muchísimas de nuestras ciudades han surgido alrededor de una actividad industrial, un secadero, un obraje, etcétera. Eso atrae mano de obra, viene gente a trabajar ahí, se tiene que asentar. Aparece la demanda de vivienda, pero no sólo de vivienda se vive, se tiene que alimentar, tiene que satisfacer otro tipo de necesidades, y así van surgiendo los servicios y los equipamientos, aparecen infraestructuras, pavimento, agua potable, energía eléctrica, telefonía en aquella época, hoy internet.
La paradoja que se da es que cuando las localidades crecen, lo que le dio origen se vuelve un conflicto. Pasan 10, 15, 20 años y la gente te dice: “El aserradero nos llena de ruido, es peligroso con el movimiento de camiones, hacen quemas, nos tapan de humo”. Entonces llega el momento de ordenar, por lo tanto, planificar, en principio, es ordenar el uso del suelo.
Es decir, la residencia admite la convivencia con muchas actividades, pero no con otras. Es como un pacto social donde acordamos dónde tienen que estar los lugares. Esa incompatibilidad es parte del ordenamiento urbano, detectar qué áreas deben crecer.
Nuestras localidades crecen, se extienden de un modo muy ilógico, se expanden demasiado y eso dificulta enormemente el desarrollo de la infraestructura por el costo. No puedo hacer una red cloacal para llevarle a tres vecinos en la cuadra. Puedo hacerlo, pero le va a salir tan caro que no lo van a poder pagar. Esa búsqueda de la compacidad es muy interesante.
En general nuestros municipios, no estoy hablando de los más grandes, tienen bajo o mediano nivel de desarrollo infraestructural. Pero esto es una oportunidad porque podemos pensar, y creo que llegó la hora de pensar en un ecourbanismo sustentable para Misiones, donde todavía la naturaleza está, no es como otros países que tienen que generarla porque la acabaron toda. Estamos a tiempo de repensar y armonizar todos los componentes.
¿Y esto qué supondría? ¿Cómo sería una ciudad ecosustentable?
La relación del verde con lo construido debe observarse. No extenderse ilimitadamente, porque la posibilidad de proveer de servicio e infraestructura va a ser muy difícil.
Al tener compacidad, decir: “Esta escuela que hago aquí, sirve para la gente que está en este barrio”, pero si el barrio lo hago a 2 kilómetros, quedó una infraestructura que costó mucho dinero y tengo que generar mucho para aquella gente o lo pagará en calidad de vida, tiempos de traslado, contaminación ambiental, ruido.
¿Hay planificación actualmente en Misiones? Pienso en los nuevos municipios que se forman…
Tienen esa enorme necesidad. Por supuesto que la universidad no puede suplir a las instituciones públicas o al ejercicio profesional individual, porque sería hasta una competencia desleal. Pero sí tratando de brindar esos servicios, porque todos estos nuevos municipios se han creado a partir de población concentrada, pero en general adolecen de mucha organización porque son de conformación espontánea.
Por eso es bueno ordenar su crecimiento desde el vamos y por eso digo que siempre hay una oportunidad. Yo soy optimista, si bien en esto hay avances y retrocesos, ahora en Misiones hay tres facultades de arquitectura: Universidad Católica de Santa Fe, Universidad Gastón Dachary en Posadas y en Artes de Oberá. Tenemos un semillero al que desde la docencia tenemos la responsabilidad de instalar temas, instalar nuevas agendas que no formaron parte de nuestra formación.
Hoy el cambio climático es un imperativo, la sostenibilidad no es una retórica del discurso políticamente correcto, es una necesidad. Así como nuestra naturaleza es exuberante, nuestro clima es extremo: lluvias muy abundantes, terribles calores, altos niveles de humedad y sequías producto del cambio climático. La preservación de lo hídrico es fundamental.
Generalmente no tenemos la sensibilidad hacia el verde, hacia el agua porque lo hemos visto en abundancia, pero ojo, hay que preservar y las medidas se toman ahora, porque cuando alguna de esas cosas se altera, reponerlo no es sencillo. Al bosque nativo que usted ve le llevó 300 años ser como es, un árbol para que tenga su desarrollo y preste servicios ambientales, le lleva no menos de 30 o 40 años.
Es un desafío enorme…
Son sobre ese tipo de decisiones que hay que avanzar. Creo que esto es un desafío, hay mucho por explorar e investigar, cuál es la mejor arquitectura para Misiones, cuáles son los mejores materiales y siempre pensando en recursos propios, porque no somos precisamente una provincia rica y acceder a la buena arquitectura, a la buena condición de vida, yo le diría que es prácticamente un derecho humano. No es el para el que pueda pagarlo. Es para el que tiene que habitar y tiene que hacerlo en condiciones dignas.
A veces son muy fuertes las modas y cómo solucionamos arquitectura que evidentemente no se ajusta tanto al clima: con todo lo que es climatización eléctrica, aire acondicionado o calefacción. Ojo, cómo nos penalizan después con el consumo eléctrico. Históricamente se midió el mundo en desarrollo económico por consumo de energía eléctrica.
Entonces, la buena arquitectura incorpora lo que se llama la climatización pasiva: la ventilación cruzada, las buenas orientaciones, materiales con buenas aislaciones, la protección de las aberturas son imperativos de la teoría de la arquitectura independientemente las modas.
Las modas nos harán explorar nuevas formas, nuevas tipologías de cómo concebirlas, la incorporación de nuevas tecnologías que darán resultados a imágenes y materialidad diferente, pero siempre respetando estos principios que hacen a las condiciones de habitabilidad.
En Misiones hay mucha madera…
Misiones se define como provincia forestal y no puede ser que no tengamos la mejor arquitectura en madera. Convengamos que hasta ahora la vivienda de madera se considera la vivienda económica y hay muy poco valor agregado a la cadena de producción de la madera, tiene que aparecer la industrialización de este material.
Más del 90% de Estados Unidos tiene sus vivienda de madera, en los países nórdicos lo mismo, arriba del 85%. El diseño es parte de la cadena de valor, de paso jerarquiza la profesión y exige al profesional arquitecto estar a la altura de ese servicio diferenciado. Ese es un andarivel que a mí me interesó mucho cuando fui presidente del colegio, buscar esa jerarquización profesional.
Usted pudo salvar uno de los murales del Palacio del Mate. ¿Cómo fue ese proceso?
Un colega me había invitado a ir a trabajar a la Municipalidad Posadas, era del año 80. Había sido que el año anterior se había aprobado la creación del Tribunal de Faltas, estábamos en dictadura militar, y deciden ponerlo en el Palacio del Mate.
Por una cuestión casual, un familiar que yo apreciaba muchísimo era pariente de don Lucas Braulio Areco y me llevó una vez a conocerlo porque siempre me inquietó el arte.
Don Lucas, muy ceremonioso, me atendió con traje y moñito en su taller, me tocó alguna de sus canciones, las cantó, me mostró poemas. Por él me enteré del significado cultural que tenía el Palacio del Mate, que yo no tenía la más pálida idea.
Cuando me dan esa obra sentía terror de intervenir en algo que no me podía negar. Tenía que sacar el salón, las oficinas para los jueces, las secretarías y la parte de atención al público. Me dicen que había que pintar todo. Felizmente la tecnología disponible en ese momento era una carpintería municipal: machimbre, clavador, tirante y no había otra cosa.
Me generaba tanta angustia, pero capaz que mi inconsciencia lo hubiera pintado, pensando que no tenía valor. Les dije que iba a hacer que quede todo como una boiserie. Entonces decidí taparlos con machimbre, sabía que lo iba a alterar poco, que la madera deja respirar, pero con la humedad que hay acá me pregunté por el día que eso se destape.
No sabía que el museo tenía registrada esa historia. Siempre lo viví como una angustia personal, porque en todas las oficinas del fondo había murales, esos no quisieron taparlos y los pintaron a todos de blanco. Pude salvar el mural principal.
Misiones tiene un lugar importante en su vida entonces…
A veces cuando me dicen, “pero vos no sos de acá”. No nací acá, pero he desarrollado toda mi vida acá. Tengo a mi familia, a mis afectos, la paradoja es que mi hija mayor terminó casándose con un cordobés, trabajando allá, entonces tengo que ir a la sierra de Córdoba cuando quiero ver a mi nieta. Y mi hija menor está en Italia, hace dos años.
Es una tierra donde están las oportunidades porque está todo por hacerse. No es el primer mundo donde se modifica lo que ya está hecho y con mucha opulencia. Acá es con bajos recursos, con mucha imaginación, con mucha creatividad, ¿cómo hacerlo? El desafío para mí de la arquitectura es incorporar este valor agregado en una provincia forestal, tiene que tener la mejor arquitectura en madera.
En términos de lo urbano, la posibilidad de un ecourbanismo. Animémonos a pensar cómo tienen que ser las ciudades del siglo XXI.
En lo territorial, esta condición de Misiones vista en una región mayor tiene una ubicación bastante estratégica y conserva recursos estratégicos en términos ambientales. Pensar la frontera y pensar la sostenibilidad desde el desarrollo, pero con conservación, para mí son un desafío por hacer.
En la escala provincial, plantearía la necesidad de una ley de Ordenamiento Territorial Ambiental que armonice las áreas naturales con el sistema de asentamientos urbanos, la organización del espacio rural, la distribución de las grandes redes de infraestructura los equipamientos, la interfase entre los centros urbanos y las áreas naturales protegidas, y entre las áreas urbanas y las zonas rurales y la incorporación de parámetros básicos de ordenamiento del suelo, que todo centro urbano debería incorporar para su organización, controlar el proceso de urbanización y expansión.
Perfil
Carlos Borio
Arquitecto y docente
Se desempeñó en la Secretaría de Planificación y Control de la provincia como profesional del Área regional (1978-1980, 1986-1989). Subsecretario de Planeamiento Urbano de Posadas (1994-1995), director General de Planeamiento Urbano de Posadas. Fue presidente del Colegio de Arquitectos de Misiones en varios períodos.

