
Cuando era niño, a su hermano le detectaron un tumor cerebral y en sus pasillos ella se apasionó por la salud pública. Explica por qué es vital este hospital para todo el país, incluida Misiones
miércoles 24 de septiembre de 2025 | 6:05hs.
La misionera remarcó: “No comparto el uso de pantallas en niños”. Foto: Daniela Cortés
Pilar Álvarez nació en Posadas. Estudió en la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió de fonoaudióloga. Trabaja en el Hospital Garrahan en un equipo interdisciplinario encargado de tratar a niños que presentan dificultades para hablar como consecuencia de distintas enfermedades. Es una de las tantas profesionales de la salud que se manifestó en estos meses en las sucesivas protestas de reclamo por el financiamiento del Hospital Garrahan.
En el diálogo con El Territorio contó su historia personal que desde niña la acercó a ese hospital pediátrico y resaltó el compromiso con la salud pública de los profesionales de este lugar, que reclaman al gobierno nacional un presupuesto acorde a los servicios de alta complejidad médica que brindan a niños de todo el país que acuden allí para sanarse.
¿Tu primer contacto con el Hospital Garrahan fue cuando eras niña y tu hermano fue asistido allí?
Sí. A mi hermano le salvaron la vida los médicos del Hospital Garrahan. Eso pasó cuando yo tenía 10 años y mi hermano Andrés tenía 11. Recuerdo que mi hermano tenía serios problemas para respirar y los médicos de la obra social le decían a mi mamá que era por la sinusitis. Hasta que llegamos al Hospital Garrahan, donde le diagnosticaron un tumor cerebral. Allí empezó un largo tratamiento que convirtió a ese hospital en nuestro hogar porque mi hermano pasó muchos años después de la cirugía tratándose allí.
¿Creés que esa historia familiar te acercó a tu actual lugar de trabajo?
Sí. Toda mi infancia y adolescencia transcurrió con mi familia acompañando a mi hermano al Hospital Garrahan. Allí realmente le salvaron la vida a mi hermano. Por eso recuerdo muy nítidamente el día que pensé que cuando crezca y sea adulta tenía que devolver a ese lugar todo lo que habíamos recibido. Y así fue. Porque después de recibirme de fonoaudióloga en la Universidad de Buenos Aires, trabajé primero como residente y jefa de residentes en los hospitales Pena y Ramos Mejía, y luego me presenté a concurso e ingresé al Hospital Garrahan en el año 2020.
Sabés que se nota el afecto que tenés por el Hospital Garrahan. Que también es algo que llama la atención en la mayoría de los profesionales, que además de ser su lugar de trabajo es fuerte el lazo afectivo con el hospital.
Esa es una característica de los trabajadores de este hospital y también de las familias que han pasado por sus servicios. Realmente es un lugar que marca sentido de pertenencia. Ahí todos somos parte de la misma comunidad y lo sentimos así porque entendemos que todos los casos que recibimos necesitan un tratamiento integral, que une el servicio médico con la contención humana. No es la típica consulta con un pediatra. Es mucho más que eso. Son equipos de profesionales abordando cada caso con el objetivo de ayudar a ese niño y a su familia.
¿Por qué decidiste trabajar en el ámbito de la salud pública?
Desde que empecé mi vida laboral supe que lo que quería era trabajar en el ámbito de la salud pública para poder seguir investigando y estudiando de manera permanente. Nosotros, a la par de nuestro trabajo, estamos todo el tiempo recibiendo capacitación y estudiando. Porque nos llegan todo tipo de enfermedades que muchas veces son poco frecuentes y eso nos motiva a seguir buscando e incrementando la evidencia científica. Además el universo de la salud pública te permite tener una mirada más amplia de la situación de distintas culturas de distintas realidades sociales, porque nosotros en el Garrahan recibimos niños de todos los lugares del país y también de otros países, entonces la información que manejás va más allá de una ciudad o de una región.
¿La salud pública abarca un universo más amplio?
Claro. Porque en nuestro caso, que es lo que conozco, el Hospital Garrahan recibe una población muy diversa de niños. Nuestro país es muy grande y con muchas diferencias en sus regiones geográficas.Y nosotros los recibimos a todos. Porque garantizar el acceso a la salud de todas las infancias es garantizar un derecho humano fundamental consagrado en la Convención de los Derechos del Niño al cual nuestro país adhirió. Por eso el Estado argentino tiene que garantizar el acceso a la salud sin discriminacion por cuestiones sociales o económicas.
¿Cuál es tu trabajo en el Garrahan?
Formo parte del equipo de clínica interdisciplinaria del neurodesarrollo, que está integrado por pediatras especialistas en el desarrollo del crecimiento de los niños, que ponen la mirada en determinados aspectos de la salud relacionados a cómo se comunican, cómo aprenden en la escuela, que dificultades tienen en su motricidad, que tipo de conducta tienen. Y también hay psicopedagogas y fonoaudiólogas. Y trabajamos específicamente en ver todo lo referido a la comunicación a través del lenguaje de ese niño. Cómo podemos ayudarlo en esa materia, por ejemplo a un chico que tuvo un accidente cerebrovascular y necesita volver a ejercitar la cuestión del lenguaje y el habla.
¿Un niño puede sufrir un ACV?
Sí. Se piensa que esos accidentes ocurren sólo a las personas adultas y no es asi. Son episodios frecuentes también en la niñez con antecedentes de malformaciones arteriovenosas, problemas de coagulación de la sangre, anemias, enfermedades cardíacas congénitas. Ya sea por un sangrado o por una isquemia, los ACV también se dan en niños. Y desde nuestro equipo de fonoaudiólogos trabajamos en la rehabilitación del habla de ese niño, que después del episodio quedó dañada.
Y como todo en materia del cuidado de la salud, ¿lo mejor es la prevención o al menos el diagnóstico temprano?
Por supuesto. Pero lo que pasa es que hay realidades sociales tan difíciles en nuestro país, que una cosa es el derecho humano de ese niño a poder hablar y comunicarse, pero también está la realidad de esa familia que quizá su mamá está más preocupada en que deje los pañales porque ya no los puede comprar y no está tan informada sobre la importancia de la detección temprana de alguna dificultad ya sea para oír o para hablar. Y entonces pasa que se demora el diagnóstico y esa alerta recién salta cuando el niño llega a la escuela y detectan que hay algún trastorno en la audición o en el habla de ese niño.
¿Trastornos en el habla y en la audición son más comunes de lo que pensamos?
Sí. La típica que escuchás ‘es vago para hablar’ o ‘no quiere ir a la escuela porque es vago’. Y es posible que ese niño no hable porque tenga algún trastorno relacionado con la capacidad de hablar. Y quizá no se conecta en el jardín porque tiene dificultad en la audición. Son situaciones más comunes de las que imaginamos. Lo mismo que el niño que tiene tartamudez y que además también podría ser víctima de bullying. Hoy todas esas situaciones ya tienen evidencia científica para su tratamiento pero hay que llegar con esa información a toda la sociedad.
¿Qué opinión tenés con respecto al uso de teléfonos en niños cada vez más pequeños y cómo influye esto en el desarrollo del lenguaje?
Las pantallas son los nuevos chupetes en los tiempos que vivimos. Antes el bebé lloraba y le ponían un chupete. Ahora le dan un celular. Yo no comparto para nada el uso de pantallas en niños. Es más, soy de las que opinan que cuanto más podemos extender esa edad, mejor. Nosotros vemos casos de bebés en período de lactancia que están tomando la teta y que en ese momento la mamá está mirando su celular. Error grave. Ese es un momento de íntima conexión de la madre y ese hijo. O de chiquitos que los sientan a comer con el celu adelante. Entonces ese niño, en vez de conectar con su alimentación y prestar atención a lo que está comiendo, se conecta a la pantalla. Es terrible el daño que generan.
Y en materia de fonoaudiología, ¿qué servicios se prestan en el Garrahan?
Tenemos varios servicios dentro de la fonoaudiología. Por un lado está la audición, donde están los médicos de otorrinolaringología y toda la parte específica del oído y sus funciones. Después está el área de deglución, que trata todo el sistema digestivo encargado de masticar y tragar los alimentos. Y después el área del lenguaje con todo lo referido al habla, la comunicación y la voz.
La lucha de los trabajadores del Hospital Garrahan se sintió mas en estos meses, pero ya venían con reclamos desde hace años.
Sí, todos los años reclamamos actualización de presupuestos, porque la demanda de parte de los pacientes siempre viene creciendo y las inversiones en salud no contemplan históricamente esa necesidad. Pero la situación se agravó a partir de la gestión del gobierno del presidente Milei, que congeló el presupuesto y eso ocasionó un trastorno muy fuerte en nuestros servicios porque nuestros ingresos quedaron totalmente desfasados, los insumos y las inversiones también. Y la demanda de la población siguió creciendo. Entonces llegamos a esta etapa de cuello de botella donde explotó el conflicto en todos los servicios.
¿Cómo repercute eso en la atención de los niños pacientes del Hospital Garrahan?
Repercute directamente sobre la atención. Por ejemplo, de 20 quirófanos que tenemos están funcionado solamente 11. Nos faltan reactivos para muchos estudios de diagnóstico. También nos falta medicación oncológica. En los últimos meses hemos tenido más de 250 renuncias de profesionales que se van a trabajar a otro lugar. Y todo eso repercute en los servicios que brindamos. Nosotros queremos trabajar y complir con la funciona para la que nos formamos. Es muy duro tener niños enfermos frente a tus ojos y no poder darles la medicación que necesitan o no poder hacerles estudios por falta de insumos médicos.
¿Y estos equipos interdisciplinarios son los que se van rompiendo cuando los profesionales del Garrahan se van a otras instituciones?
Claro. Y eso es lo que estamos viendo todo el tiempo. Que muchos colegas cansados de tanta lucha se terminan yendo al sector privado. O a otros hospitales de la ciudad de Buenos Aires. Y entonces esos equipos se empiezan a desarmar y eso repercute en la atención de los pacientes. Porque no es lo mismo analizar un caso y arribar a un diagnóstico de manera individual, que entre un equipo de médicos y terapistas de distintas áreas donde cada uno aporta su mirada. Son profesionales con mucha formación y muchos años de experiencia que cuando se van a otra institución, no se consigue quien pueda reemplazarlos. Porque en el Garrahan hay una carrera de formación profesional muy aceitada entonces ver como se rompen esos equipos tan sólidamente formados es un dolor muy grande para los que sabemos cuantos años de formación llevo llegar a ese lugar.
¿Qué sentís en el medio de tantas movilizaciones sociales de apoyo al reclamo de los trabajadores del Hospital Garrahan?
Siento que llegamos a un punto límite donde no sólo estamos reclamando por un sueldo digno acorde al trabajo que realizamos, sino también que esa lucha es más grande porque me moviliza la defensa de la salud pública como un espacio de derechos para todas las infancias que la necesiten. En esas movilizaciones nuestras armas de defensa eran los pines infantiles y el guardapolvo que nos identifica como trabajadores de la salud. Fue muy conmovedor sentir el respaldo de toda la sociedad argentina. Nosotros elegimos formarnos y seguir trabajando en el Hospital Garrahan, pero también queremos vivir dignamente, sin necesidad de pluriempleos, ni estresados constantemente por esta situación. Con compañeros que se van, equipos interdisciplinarios altamente capacitados que se rompen y niños que nos necesitan. Siento que como comunidad estamos viendo que la salud de las infancias del país está en riesgo.
¿Hay estadísticas de cuántos niños misioneros por año llegan al Hospital Garrahan?
Nosotros recibimos en el Hospital Garrahan un promedio de 4.512 niños misioneros por año, de los cuales cerca de 348 requieren ser internados en este hospital para recibir el tratamiento médico que necesitan. Lo que más se ve de esa población son casos de leucemia. Cada año en los quirófanos del Garrahan se operan cerca de 200 niños misioneros. Por eso se insistió tanto en que los diputados nacionales y senadores que representan a Misiones en el Congreso de la Nación entiendan que si apoyaban el veto del Presidente Milei, ponían en riesgo la atención de los niños de su propia provincia.
Perfil
Pilar Álvarez
Fonoaudióloga
Nombre: Pilar Álvarez
Edad: 40
Lugar de nacimiento: Posadas (MIsiones)
Profesión: fonoaudióloga
Formación: egresada de la Universidad de Buenos Aires (UBA)
Lugar de trabajo: Hospital Garrahan

